Ese llink significó un durísimo golpe a todo lo que pienso y creo.
Formado en la academia y rodeado siempre de un ambiente abierto a la discusión (padre político, hermana abogada, familia de comerciantes, yo mismo miembro de equipos de debate), mi mente funciona atacando al argumento, jamás a la persona. Y no se gana una discusión por gritar o insultar más, sino por quien aporta más y mejor evidencia. Por esa misma lógica, las opiniones per se no me merecen respeto (sólo porque la naturaleza o Dios dio derecho a hablar, no significa que deba decirle amén a lo que salga de la boca de alguien). Me merecen respeto las personas y las opiniones fundamentadas.
Y he acá un pobre pelotudo que intenta racionalizar todo lo que hay a su alrededor, que intenta apelar al "yo racional" de la gente a la hora de debatir distintas cosas... Y caigo en la cuenta que me gusta hablar de política y economía
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Creo que cosas como éstas marcan un antes y un después. Realmente considero de una bajeza intelectual horrible apelar a sentimientos y emociones para defender un argumento. Pero si es el único lenguaje válido en un mundo humanista que se basa en las opiniones y no en evidencias científicas (muchas veces porque la propia disciplina no es abordable desde esa perspectiva), pues simplemente se pudre todo.
Un Jok decepcionado del mundo se despide en esta ocasión