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El equipo que nos representa está por completar la hazaña. La imagen registra el momento exacto en que el líder alcanza la soñada cima, luego de una durísima lucha de semanas, soportando la fatiga, las inclemencias y, por qué no decirlo, el miedo.
¿Es este el momento de aplaudir y celebrar? En esta columna vengo a postular que no.
Hoy quiero proponer una visión no convencional y bastante resistida acerca de los niveles de calidad de un grupo humano.
La misión, recién podrá considerarse cumplida cuando el último de los miembros participantes llegue al mismo lugar que el más calificado de sus compañeros. Y al respecto, quiero poner en juego una máxima que aprendí hace ya unos cuantos años, que diría algo más o menos así: “Al nivel de un grupo lo marca el miembro cualitativamente inferior”.
Por supuesto que esta diferencia de “timming” se ha convertido en convención y no pretendo que nos volvamos puristas de un plumazo, pero no está del todo mal que revisemos este tema, lleno de elementos interesantes.
Neil Armstrong y Edwin Alldrin dieron sus exitosas caminatas sobre la superficie lunar porque la N.A.S.A. fue, en esa misión, un equipo que desbordaba de eficiencia en todos sus estratos. Quienes se ocupaban de limpiar los pisos y servir café estuvieron a la misma altura que los hombres del espacio, aquí, en la tierra.
Pero vamos a invertir la ecuación, ya que en estos días han sido noticia de alto impacto las posibles sanciones a un jugador de la selección argentina de fútbol, campeona del Mundial 2022 y de la Copa América 2024 que, en el micro y luego de la final, festejando el título conquistado, se unió a un coro, en un “canto tribunero” que incluía frases de xenofobia y odio racial explícito.
Desde ya que no vamos a poner a un futbolista, por talentoso que fuese, en el lugar de guía intelectual de nadie, pero convengamos que, en materia de responsabilidad social, de frente a una gran parte de la población futbolística, está en un plano superior. No obstante ello, y a partir de una euforia enceguecedora, el jugador en cuestión “descendió”, sin quizá habérselo propuesto, al nivel del sector que impuso esos cánticos llenos de odio como forma de celebración.
“Al nivel de un grupo lo marca el miembro cualitativamente inferior” habíamos dicho y está claro que Argentina es líder en cuanto a futbol, pero en lo que refiere a cultura, “los de abajo” nos están definiendo a todos; y así seguirá siendo mientras no se haga algo colectivo para que todos sientan la necesidad de “nivelar para arriba”.
Para colmo de males, El mismísimo presidente de la Nación y su compañera de fórmula salieron por las redes a respaldar al futbolista y hasta hubo un funcionario de alto rango que fue expulsado por hacer pública su posición crítica.
Ellos (el gobierno) argumentaron que nadie puede imponerles a los jugadores del seleccionado nacional que pidan perdón públicamente por un hecho que agravia a otro pueblo. Algo tan irrespetuoso de las libertades individuales, como la sugerencia oficial distribuida en redes: imponerles que no lo hagan.
Y así volvemos al meollo de esta columna. ¿No debiéramos ocuparnos de cómo hacer que nuestra gente evolucione en valores y en tolerancia? ¿No deberíamos promover que nuestros compatriotas eleven su calidad ciudadana, en vez de naturalizar la degradación de los de arriba?
¿Nos vamos a seguir mintiendo a nosotros mismos, adjudicándonos en masa las calidades de aquellos compatriotas que llegaron muy alto, probablemente por haber dejado los impulsos argentinistas a un costado?
¿Llegaremos alguna vez a ser capaces de vencer el miedo a los violentos que instalan el odio y a quienes, en vez de combatir, solo le pedimos que sigan haciendo de las suyas y hasta adulamos, con tal de que no nos toquen?
¿Aprenderemos, algún día, que no necesitamos de la desgracia ni el escarnio ajeno para cimentar nuestra fortuna y nuestro prestigio?
De alguna forma, estimo que no debemos adelantarnos con aplausos, loas y alabanzas a los líderes sin antes haber registrado un trabajo digno de superación, por parte de los “estratos inferiores” que, como ya fue señalado, son los que definen el nivel de un grupo humano, en un equipo de futbol, en una empresa, un aula o una administración nacional.
Evaristo Pescadas Traful (Lic.)