Foro BREAKPOINT quiere estar presente en este momento trascendental de la historia del deporte: el fallecimiento de Diego Maradona. Un evento que nos pone frente a un abanico de debates sobre diversos aspectos del comportamiento social, desde la incontenible fuerza de la pasión hasta el rol que la gente adjudica a los grandes ídolos.
En el día de ayer, me tocó experimentar sensaciones e impulsos que no podrían tildarse como "de buen cristiano". Me ganó alguna bronca contenida por toda esa historia en la que "el diez", sin querer o queriendo, hacía su aporte para el crecimiento de una forma radicalizadamente rebelde de presentarse frente a la vida comunitaria. Sentía que Maradona le echaba leña a un fuego al que yo creía necesario apagar de una buena vez. Hoy estoy mejor, a partir de voces altamente capacitadas que, desde la filosofía, el conocimiento cercano y la medicina se han manifestado al respecto.
Mucha gente amplificó sus gestos y lo convirtió en deidad. Y aunque fueran ciertas sus críticas y enfrentamientos hacia las altas esferas de los poderes político y futbolístico, no alcanzó a advertir la enorme cantidad de veces en que fuera utilizado por personajes nefastos que se colgaban de su botines.
No se le puede echar culpas por la desmesurada expectativa que despertaba en la gente y no tenía ninguna obligación de convertirse en modelo de nadie pero ( y aquí va el primer elemento polémico) sí, la tenía.
Los personajes públicos deben administrar su acciónar frente a la gente, dando calidad cívica y conducta ética todo el tiempo. Una forma de retribuir una parte del don por el que están allí. Y somos nosotros, el público, quienes tenemos la responsabilidad de construir los consensos acerca de lo admisible y lo inadmisible. Porque el ídolo necesita de señales, de la misma forma que los radares le entregan información posicional a los aeronavegantes. Los astros como Maradona tienen el derecho y la libertad de equivocarse. Todo un pueblo tiene la obligación de emitir señales cuando un astro se sale de órbita.
Desde el fenómeno deportivo, esta ha sido una pérdida inconmensurable. Un hito de esos que marcan épocas. El destino quiso que ese fenómeno deportivo viniese acompañado de una permanente atmósfera de conflicto que nos deja, si quisiéramos advertirlo, una cantidad enorme de enseñanzas sobre Maradona, y sobre nosotros mismos
Es una opinión personal. No hablo en nombre de nada ni de nadie que no sea "yo mismo". Este debate, ahora aquí también, queda abierto.
Saludos! Evaristo Pescadas Traful (Lic.).