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ALBERTO Y EL OCASO VISLUMBRADO

Publicado: Dom, 12 Oct 2025, 22:39
por LicPescadasTraful
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Escribo largo. ¿Te lo dije? Bueno...te lo dije.
Conozco a Alberto desde sus veinte; o sea, más o menos desde mis dieciseis.
Alberto Jugaba tenis en un club vecino al mío y lo hacía con el estilo de aquellos que aprendieron en los '60. Una técnica depurada, simple y exquisita. Empuñaba una raqueta Wilson T2000, como las de Jimmy Connors y era muy lindo ver sus movimientos en la cancha, que hacían flamear su cabellera (hoy, es pelado) de finas hebras de tono castaño claro.
A mi camada, que mamó los avances setentistas de Vilas, Borg y Connors, nos deleitaba el estilo de Stan Smith, Nastase o Rosewall, pero estábamos inoculados con un virus físicamente mas intenso.
Al día de hoy, Alberto tiene 72 años y sus rodillas le están pidiendo clemencia. Y esta columna no está escrita para ahondar en lo que haya ocurrido en su cuerpo, sino mas bien, lo que pasa en su corazón.
En tenis, siempre hubo una división difusa (pero división al fin) entre amantes de la competencia y amantes de la estética. Alguna vez llamé a esos grupos como "Gladiadores" y "Angelitos".
Un gladiador puede contar, en su juego, con las virtudes estéticas de un angelito, pero medirse en lucha, es su gran estímulo.
Un angelito (y Alberto era uno) no puede construir una vida tenística "bailando solo". Al igual que quien aprende un idioma extranjero, tarde o temprano sentirá la necesidad de ponerlo a prueba. Y, nos guste mas o menos, el formato más realista del tenis es la competencia. Los partidos a ganar o perder.
Como competidor, Alberto tuvo décadas enteras de participación en competencias tanto individuales como federativas (interclubes) con suerte diversa: Perdía...ganaba. Volvía a perder, luego volvía a perder y con suerte, ganaba algun partido.
Y para más datos que ratifiquen su condición de angelito, puedo agregar que Alberto incursionó con pasión en otras disciplinas de alta coordinación psicomotriz, como el Windsurf y el Tango.
¿Se va entendiendo el tipo de personaje a quien describo?
Muy bien: El amor que, tanto él como yo, teníamos por el tenis, nos llevó a ambos a coincidir en el camino de la enseñanza profesional.
Yo ya abandoné mi rol de "Profe" después de una trayectoria de 30 años. Alberto aún sigue dando algunas clases que le ayudan a vivir decorosamente, porque tuvo un pasado de "niño bien". Y aunque llegó a estudiar y recibirse de arquitecto, los "planos" de los que más se ocupó fueron los de sus golpes en la cancha.
Alberto está atravesando esa etapa común en la vida de tantísimos cultores del tenis donde se produce la gran pulseada entre el dolor y el placer. Un momento de la vida en la que ya no se tienen las mismas energías que sí, tienen los jóvenes, para afrontar operaciones caras y riesgosas, rehabilitaciones largas y muchos meses sin jugar. Es el momento en que muchos eligen ir por la ruta de la dosificación, seguida de los antiinflamatorios y que desemboca siempre, como dice un tango en "la verguenza de haber sido y el dolor de ya no ser".
Ayer mismo, Alberto me contaba acerca de un amigo cuya situación es aún más delicada, que le había dicho la siguiente frase: "Dejé de jugar porque era eso, o tener que olvidarme de salir a caminar con mi mujer".
Y ese es el tipo de pensamiento que merodea en la cabeza de miles de "Albertos" a quienes no tengo el gusto de conocer.
No traigo conmigo hoy (básicamente, porque no la tengo) una solución para este dilema clásico del tenista apasionado, se trate de un gladiador o de un angelito. Quizá, directamente, no exista una forma exitosa de mitigar el duelo del tenista físicamente roto.
Lo único que puede haber es una estrategia emocional basada en adelantarse a los hechos y planificar de tal manera nuestros últimos tiempos en la cancha, que nos asegure la sensación de ser los administradores de ese natural proceso de retracción. Despertar de nuestros sueños de placer infinito y poner al hombre por encima de cualquier pasión. Incluido el tenis.
Evristo Pescadas Traful


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