CLASES DE TENIS EN LOS "AÑOS LOCOS"

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LicPescadasTraful
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CLASES DE TENIS EN LOS "AÑOS LOCOS"

Mensaje por LicPescadasTraful » Sab, 17 May 2025, 23:35

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Estoy usando un término que solía aplicarse a los años '20 del siglo pasado, generalmente en referencia al período de prosperidad económica, innovación social y cultural que siguió a la Primera Guerra Mundial, especialmente en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo.
Pero en este caso, tiene que ver con lo que sucedió en Argentina entre los años 1975 y 1990 (aproximadamente) con el furioso crecimiento de la demanda de clases de tenis y su consecuente aumento en lo estructural.
No solamente aparecieron nuevas canchas donde jugar, algnas de ellas, emplazadas en terrenos por debajo de las nuevas autopistas porteñas y otras, en terrenos ociosos dentro de colegios, areas de la iglesia Católica, tierras linderas a los ferrocarriles y clubes especialistas en otros deportes que jamás se habían interesado por el tenis.
También significó el advenimiento de un nuevo negocio. Y muchos inversores se inclinaron por construir canchas de tenis para explotación comercial, en tierras adquiridas con fines originales de construcción de gran porte.
En Argentina se popularizaba a niveles masivos el tenis, de la mano de Guillermo Vilas y la demanda se hizo sentir también en el personal docente: los profesores.
Muchos se lanzaron al ruedo, con el único capital formativo de sus propias experiencias como jugadores. Otros, se sometieron a los distintos cursos, de mayor o menor volúmen académico para salir al mercado laboral con algúna certificación que le otorgue capacitación, aval y tranquilidad moral.
En lo personal, me siento un representante de ese último grupo y pasé por una escuela de profesores, organizada por gente muy instalada en el medio. Gente que tenía algún conflicto con la A.A.T. y que crearon una Escuela de Profesores cuyo diseño implicaba dos años de cursado, materias teóricas traídas de Educación Física, Sociología, Didáctica, Anatomía y exámenes periódicos. En esas materias y, por supuesto en Tenis, propiamente dicho.
Conocí gente muy sumergida en trabajo y oportunidades. Sobre todo los mismos directores de la escuela. Algunos de ellos me consiguieron mis primeros trabajos.
Como se estilaba en aquellos tiempos, al profesor subalterno se le pagaba un porcentaje de los honorarios que se le cobraban al público contratante. Eso dejaba un rédito muy bueno...para los consecionarios. Pero como sucedió siempre, a los profesores jóvenes no les molestaba demasiado, mientras sirviese para fortalecerse en la profesión y disponer de sus primeros dineros.
Muchos tenían "lista de espera", o daban turnos de a media hora. "La clase media porteña mandaba hasta sus empleadas domésticas , a tomar clases de tenis", si me permiten la exageración gráfica.
Y...entre nosotros... Había mucho "caradura con canasto" haciendo estragos!! A veces, tipos que tenían un carisma envidiable y las competencias mínimas para mantenerse en la profesión.
Me enriquecí, con ellos, también.
La vida del tenista, si uno quiere, es una fábrica de amigos entrañables, no me cabe duda.
Los buenos tiempos, en mi región, se interrumpían en períodos de altísima inflación.
Pasaban cosas previsibles: Si había gente que retiraba a sus hijos de la escolaridad privada, ¿Cómo no iban a suprimir sus gastos en clases de tenis?
El "boom" del Paddle nos hizo preocupar por un tiempo, pero, por un lado, la demanda de clases fue cubierta en gran parte, por profesores de tenis que decidieron cambiar de ruta (total!..para volver había tiempo). Y tampoco, el Paddle pudo (ni podrá) erosionar el poder de reproducción del tenis, desde el peso específico de su calendario internacional y la proyección en cada región. Finalmente, el Paddle operó como "introductor" y terminó sumando nueva gente en el tenis.
No me puedo quejar. En 30 años de ejercicio de la enseñanza del tenis, exprimí mi naranja hasta la última gota. No alcancé algunas metas admiradas, como la formación de futuros profesionales. No viajé al exterior a tomar trabajos, como lo hicieron muchos de mis colegas (pese a que tuve una oferta para un club de Mexico). No me capacité en las nuevas técnicas de enseñanza que irrumpieron en los '90, solo por seguir siendo un profesor a la usanza clásica (unipersonal y sin el stress de la competencia).
Pero estoy muy orgulloso de mi paso por las canchas, con canasto, conocimiento y observación rigurosa.
Trabajé en clubes chicos, en clubes grandes, en escuela de tenis bajo dirección y otras con mi propia dirección. Di clases en la embajada de una potencia europea en Buenos Aires, en un hotel de alta gama en los veranos de P?inamar (Costa bonaerense argentina), en un prestigioso club de Golf de la zona Norte, en clubes selectos y hasta en un club de campo en el pueblo de General Madariaga, donde las vacas pastaban a pocos metros del court.
Me morí de frío y de calor. Tuve abundancia y necesidades. Diversifiqué ( vidriero si, remisero si, vendedor de cuerdas si, marquero si, profesor de paddle, no) pero nunca abandoné
Sentí el vuelo de cada pelota com o un planeador sanador. Me sentí Aristóteles, Platón, Ulises y el malogrado Ícaro, todos en un solo viaje.
Pasé por aquella época irrepetible: "Los años locos del tenis".

Evaristo Pescadas Traful


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