Convengamos que esta es una charla entre gentes que coincide en un alto nivel de pasión por el tenis. Sin esa condición, creo que estaríamos perdiendo el tiempo, por lo tanto aconsejo a quienes solamente "apenas disfrutan" del tenis, a que abandonen de inmediato esta lectura y nos dejen en soledad a quienes somos capaces de hacer malabarismos en nuestras vidas, con tal de mantenernos a su lado.
Dicho esto, el punto es descubrir, cuando la vida nos pone a prueba, que, aquello que tenemos de Cholulos no es personalista, sino estrictamente enfocado al tenis.
Comencemos por definir el término "cholulo":
CHOLULO / CHOLULA : es una palabra de habla coloquial en Argentina que, usada como sustantivo, significa ‘admirador de los integrantes de la farándula’ y, por extensión, ‘persona que busca relacionarse con famosos y vive obsesionada por conocer sus vidas privadas’", en tanto que como adjetivo se usa en el sentido de persona «frívola», «superficial»; de allí derivó la palabra cholulismo referida a la admiración excesiva por personajes de fama.
Su origen es una historieta ideada por el periodista Mariano de la Torre Carlés y el dibujante Oscar Blotta y recreada más adelante por el dibujante Toño Gallo, cuyo personaje era una joven bautizada Cholula que tenía esas condiciones.
Joaquín Sabina en su canción" Aves de paso" menciona «A la intrépida cholula argentina,/ que en el corazón con tinta china/ me tatuó “peor para el sol”».
Recuerdo haber perseguido, siendo yo muy joven, al gran Guillermo Vilas para que me firme un autógrafo sobre una foto de él, a página completa en un ejemplar de la Revista El Gráfico.
El marplatense ya era una estrella internacional, pero todavía no había ganado sus primeros Grand Slam. Y la escena ocurría con naturalidad, en una sala del Buenos Aires Lawn Tennis Club, previa a la terraza que da a las primeras canchas, donde tantas veces lo vi entrenar, sin otro interés que el simple observar el juego y las técnicas.
Por supuesto que el contacto comunicacional con el ídolo ya implica una cierta carga de excitación, en el jóven admirador, pero permítanme postular que este mismo fenómeno, en el tenis, es diferente a cualquier expresión deportiva o cultural.
En el tenis, cuando un hay público numeroso, ya sea en un evento menor, como en un estadio lleno, un porcentaje mayoritario de los presentes practican tenis. En otras disciplinas populares, el porcentaje de aficionados que solamente se dedican a opinar, es claramente más alto.
Estimo, por lo tanto, que el tenista está mas pendiente de lo que puede "tomar de lo que está viendo", más que de "quien o quienes esté viendo".
El tenista vibra emocionalmente frente a un ídolo, pero lo que mas quiere, si existiese la posibilidad de sustraerle algo, es "algo que sirva para enriquecer su propio tenis"
No tenemos un interés superlativo en atesorar un objeto personal y, si sucediese que tuviésemos la oportunidad circunstancial de acceder a un recuerdo material perteneciente a una "leyenda", no la desperdiciaríamos y hasta lo estaríamos festejando. Pero no somos arqueólogos, ni historiadores, ni adictos a las celebridades.
Somos tenistas. A veces cholulos. Pero cholulos del tenis.
Que quede bien claro.
Evaristo Pescadas Traful.