Lic. Pescadas Traful con Daniel Orsanic y Federico García Berro
EduardoCordobés con Daniel Orsanic
Diaz Acosta prepara un Drive y Hernán Gumy observa
Me saqué el doble barbijo sólo dos veces: Para esta foto y para beber mi Coca Cola "0". Fue la tercera jornada de mi asistencia al Nautico Hacoaj, esta vez, acompañado por Eduardo (EduardoCordobés) con quien nos une la pasión por esta atmósfera inigualable del mundo del tenis y todo lo que podamos almacenar de él, en las retinas y en la memoria.
Ver un Challenger como este, (del grado mas bajo entre ellos) es una experiencia que debe ser valorada por aspectos que van desde lo técnico hasta lo social. El despliegue físico y tenístico de todos los jugadores es vertiginoso, la mayor cercanía de lo que ocurre adentro y afuera de la cancha, hace que el espectador se sienta con posibilidades de privilegio que en los torneos más grandes cuestan mucho dinero.
Puede ser que nos encontremos con un porcentaje algo mayor de "rallies" que terminan por error forzado, antes de lo que es habitual en un buen partido de ATP. Pero vale la pena y genera un estímulo inigualable. Como para ansiar entrar en una cancha cuanto antes, y dejar la pelota "así de chiquita".
El mundo tenístico de la región, deambula por los sectores del evento y no hay lugares reservados (V.I.P.), o sea que todos nos cruzamos con todos. Escuchamos de cerca las indicaciones de los entrenadores durante los partidos de sus discípulos. Es como un néctar de tenis entra por los oídos mientras otro néctar lo hace por lo ojos. Lo único que no tienen estos Challengers son apellidos consagrados, pero presten mucha atención, porque perfectamente puede suceder que les toque comer un sandwich en la mesa de al lado de un futuro top ten. Vayan y hagan que ocurra.
