TENIS Y ADMIRACIÓN

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LicPescadasTraful
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TENIS Y ADMIRACIÓN

Mensaje por LicPescadasTraful » Vie, 20 Ago 2021, 23:25

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Las competencias del tenis de excelencia son como usinas. Dentro de esas usinas, los jugadores serían las máquinas, los profesores, entrenadores y coaches serían los desarrolladores y técnicos, Las distintas vías y medios de comunicación se comparan al cableado o la tubería que lleva el producto generado a todos lados. Y ese producto, básicamente, es la admiración: La admiración como "aliado y herramienta válida en los procesos de evolución técnica".
Sin admiración no hay tenis posible.
En algunos países de Latinoamérica hay un desarrollo notable del béisbol. No es el caso de mi país, Argentina, donde, si bien hay béisbol, está lejos de ser popular.
Un argentino promedio, al no saber en absoluto, cuáles son los rasgos de excelencia en el béisbol, podrá mirar un partido entero, pero difícilmente sentirá admiración por lo que está ocurriendo en la cancha.
Y aunque sabemos que muchísimos fanáticos del futbol parecen dar la vida por su club favorito sin saber mucho de ese deporte, también deberíamos reconocer que son impulsados por otro tipo de admiración: una admiración inducida; algo más característico de las militancias.
Por eso entiendo a la admiración como energía proveniente de una usina; y que necesita ser conducida hacia el consumidor, que la convertirá en logros que, en algunos casos, cierran el circuito.
La admiración es fundamental. La podemos ver en los niños, pero eso no significa que no la puedan ejercer los adultos. La gente grande también tiene su reserva de admiración, quizá oculta detrás de pruritos, creencias, miedos y demás "rollos" que van acumulando a lo largo de sus vidas.
La admiración es la energía, el combustible que precede a la pretensión. Veo el revés de Roger Federer, una derecha misilística de Juan Martín Del Potro, una volea de Stefan Edberg y, para comenzar, admiro. Pero después de la admiración viene la pretensión: Pretendo eso que acaba de provocar mi admiración. Lo quiero para mí. Y siento que tengo la suficiente carga de combustible de admiración como para soportar todos los sacrificios que se necesiten para lograrlo y convertirlo en mío.
Absolutamente nadie llegó, ni llegará a la excelencia con la formación académica como única experiencia. Hay elementos específicos, a la hora de resolver situaciones específicas que no figurarán jamás en ningún manual. Y variantes para hacerlo tan numerosas como las distintas antropometrías.
Como buen combustible, la admiración también es pasible de ser complementada con “aditivos” que le agreguen potencia y rendimiento. Y hasta se corre el riesgo de contaminarla y transformarla en algo tóxico. Por ejemplo, cuando el “¿quién lo hace?” se vuelve más importante que el “cómo lo hace?”.
En la foto se observa a un aficionado obteniendo una foto con Roger Federer y, desde aquí, no podemos constatar que el muchacho saldrá corriendo a practicar reveses o, solamente, a fanfarronear frente a sus amigos.
Por supuesto que si el inspirador de una técnica de excelencia (el admirado) tiene un comportamiento social ejemplar públicamente conocido, eso ayudará a que el admirador conecte aún más con el elemento que está pretendiendo. Pero a veces el márketing, que también es un hilo conductor (con distintos objetivos), nos hace creer que hay que “comprar todo el paquete”. Y puedo asegurar que salir de pesca o manejar autos de Rally no lleva a nadie a tener la técnica de David Nalbandian.
Volviendo al enfoque etario: es muy positiva la admiración en los adultos, siempre y cuando se encuentre autolimitada por el ejercicio de la responsabilidad. He contado muchas veces mis triquiñuelas de adolescente para ver un torneo o un simple entrenamiento de jugadores de élite, faltando a clases del colegio secundario o desatendiendo mis deberes, pero eso no pudo volver a ocurrir cuando mis responsabilidades comenzaron a ser profesionales y, mas tarde, familiares.
Por eso, nos corresponde administrar nuestro apetito de nuevas dosis de admiración y permitirnos ese deleite en ciertas circunstancias que consideremos apropiadas. Y no desperdiciarlo. Usar ese “alimento” como motor de nuestras practicas dirigidas a mejorar nuestro tenis, desde la perspectiva de cómo resuelven sus tiros nuestros “admirados”.

Evaristo Pescadas Traful


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