Confesión de Pasión - CAP. N° 14 La Teoría de "Los dos deleites"

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LicPescadasTraful
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Confesión de Pasión - CAP. N° 14 La Teoría de "Los dos deleites"

Mensaje por LicPescadasTraful » Mié, 12 Jul 2023, 00:50

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En la imagen, vemos una alegoría clásica en el tenis: La bailarina que duda en ponerse los guantes de boxeo.
Todos tenemos características que nos son propias por alguna razón. Algunas están en nuestro ADN, mientras a otras las vamos adquiriendo a partir de determinados acontecimientos que condicionan nuestos gustos, nuestras inclinaciones y, en muchos casos, hasta nuestras convicciones.
Cada uno sabe cual fue el aspecto, la clave o la conversación interior que le generó la atracción por el tenis. Algunos, entre quienes me cuento, hemos sido atraídos por su belleza, tanto en lo estético como en su diseño, su entorno humano y sus códigos.
Pudimos haber adoptado ídolos de gran espíritu combativo, con el tiempo y la historia. Pero se nos hace difícil abandonar la pretensión (misión, consigna o capricho) de lograr un tenis efectivo y, además, técnicamente depurado, correcto, bien ejecutado...bello.
Por distinta ruta y diferentes características esenciales, otros jugadores en formación entendieron al tenis desde el hecho competitivo. Y los debo felicitar pues están dentro de una realidad indiscutible: el tenis es un juego que fue diseñado para que, dentro de un formato llamado "partido" que consta de puntos, games y sets, haya un ganador (final), y dentro del mismo también hayan ganadores (parciales) de puntos, games y sets.
Hasta aquí, una síntesis de dos grandes corrientes que influyen en la forma de sentir el tenis mientras jugamos: Los dos deleites.
Conozco jugadores que han mejorado notablemente la calidad de sus ejecuciones y desplazamientos por la simple razón de que, al exponerse con frecuencia a torneos, se les vuelve necesario dominar más variantes y buscar reducir los márgenes de error. Y lo logran.
Pero su estímulo, su motivación no está precisamente en el pulimento sino en su vocación de perseguir victorias. Se vuelven "técnicamente correctos" a fuerza de buscar una mejor competitividad.
También puedo hablar de jugadores que han apostado todo a la combinación de factores físicos y estratégicos, con el fin de compensar y hasta superar sus falencias técnicas, para las que no parecen mostrar mucha preocupación. Y es natural: su deleite es ser competitivos y ganar.
La técnica del tenis se puede poner en práctica en un "peloteo" cualquiera. Pero el juego del tenis químicamente puro es el formato "Partido", mal que le pese a los estetas (entre los que me incluyo).
Y cuando muchos de los de mi calaña, incursionan en partidos de torneo aparece la tendencia a cargar con nuestras propias malas auto-calificaciones por golpes que no fueron totalmente "limpios", correctamente dirigidos o convenientemente elegidos. Nos cuesta asimilar la idea de que existe un segundo deleite que podríamos abonar sin traicionar nuestra inclinación esencial hacia las ejecuciones pulidas.
Aclaro que estas líneas no pretenden aconsejar o sugerir toma de posición por una u otra corriente. Si, en cambio, se proponen hacer foco en lo que pasa por la mente y los sentidos de distintos jugadores, para que cada uno saque conclusiones acerca de porqué "no se le dan las cosas en la vereda de enfrente".
El jugador netamente competitivo muchas veces acepta sus deficiencias técnicas y, entre su gente, defiende el status interno desde sus logros competitivos. Consigue una auto-estima ciertamente útil, a la hora de resolver un partido y un reconocimiento de sus potenciales rivales, que también le trae alguna ayuda extra. Pero en lo íntimo, sabe que no se puede mentir a si mismo y cuando el tema es la técnica, mira para otro lado, le suena el teléfono o cambia de tema. Ha estado demasiado tiempo deleitándose con una sola mitad del pastel.
En la otra concepción, también hay una cuota de orgullo y hasta cierto grado de narcicismo por las destrezas y dominios técnicos alcanzados, pero cuando de partidos se trata, toda esa auto-estima se puede convertir en un lastre que dificulta al jugador y lo separa de un deleite que, mas allá de su ignorancia, siempre lo está esperando.
Para terminar, creo que aplica perfectamente para este caso una famosa frase del legendario boxeador estadounidense Muhammad Ali (Cassius Clay) quien dijo, desde su especial sabiduría: «Revolotea como una mariposa, pica como una abeja«.
Evaristo Pescadas Traful (Lic.)

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